jueves, 11 de junio de 2009

OBRA DE AGUSTIN PATIÑO


OBRA DE AGUSTIN PATIÑO

PESCANDO
Hace unas pocas semanas se supo la noticia: el ecuatoriano Agustín Patiño había ganado, con un óleo de grandes dimensiones, Pescando en el estudio, el salón Viva el Arte 2007, convocado por el Museo de Worcester, Massachussets. En el concurso participaron artistas extranjeros de alrededor de cuarenta nacionalidades, residentes en ese estado de la Unión Norteamericana, así como en los de Connecticut y Rhode Island. La sección en español de The Providence Journal dedicó toda una página para hacerle una entrevista titulada Un maestro de las artes.Patiño, cuyo rostro se enmarca en una luenga melena, negra y rizada, es autor también de otro importante lienzo, San Francisco Art Studio (160 x 200 cm), que fue una de las principales atracciones para el público entre las cien y más obras de paisajes quiteños de la exposición Quito, la ciudad y la pintura (Centro Cultural Itchimbía, 2005). La profunda perspectiva de la calle Benalcázar, con la plaza, las torres y los muros del convento franciscano, bajo el celaje entre azul y siena del amanecer y los perfiles inconfundibles del Pichincha, no podía dejar de llamar la atención, tanto más que en el primer plano aparece un improvisado taller donde una pintora trabaja en un lienzo sobre el mismo tema urbano, mientras a un lado, sobre otro caballete, reposa una tela en la que se ha esbozado a la modelo que descansa sobre un sofá esquinado, cercano a otro, también de cuero. En el costado opuesto, se autorretrata Patiño con facha de vendedor callejero de cuadros, como lo insinúan las telas que tiene junto a él. La broma pictórica —si tal puede llamársela— prosigue con la figura de otro artista, muy conocido en nuestro medio, en la esquina de la plaza, tras un diminuto jeep que rompe la escala de la obra.
El San Francisco Art Studio prueba el dominio total del oficio realista y es un buen ejemplo del rumbo que ha elegido el artista para salir de su laberinto, situación de la que está perfectamente consciente, al punto que la aprecia así: “Estar encerrado en un laberinto y buscar armonía en el caos es como buscar respuestas sin preguntas. Desde niño busco alguna salida y alguna armonía en mi caos. A veces, las salidas han sido encuentros y a veces buscándolas me he perdido más. Actualmente, mis ríos tienen un pequeño mar pero necesitan un océano. La producción de mi arte cada día se vuelve más intensa, la vida es leve y el tiempo es corto. Es la única certeza que dicta mi obra”.El escrupuloso manejo del instrumental realista le permite crear escenarios verosímiles o identificables, en los cuales desarrolla su narración visual, a veces de claras intenciones y sentidos, a veces más o menos enigmática. Él se ve a sí mismo como “un escritor que pinta”, y afirma: “Tengo varios cuentos que en algún momento me gustaría publicar. También tengo artículos, poesías y otros escritos por compilar. Me he dado cuenta que escribir es algo que consolida mi pintura”.En esa línea de producción pictórica, montados los escenarios, los llena de personajes plausibles en circunstancias insólitas, que no tienen que ver con las del surrealismo, porque las de éste apelan al absurdo onírico, ni con los de la pintura metafísica, que convalida los poderes misteriosos de las arquitecturas genéricas y las esculturas y objetos atrabiliarios inmersos en espacios desolados. Tampoco hay que confundir su pintura con las “nuevas formas del realismo” europeo y norteamericano del siglo pasado y, menos aún, con el “realismo fotográfico”, que amplía las fotos mediante la cuadrícula o la proyección de diapositivas. El propósito de estas corrientes es, casi siempre, presentar solo “lo que ya está reproducido” como para emular la capacidad mecánica que tiene la fotografía para captar la realidad tal cual es.

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